26 de febrero de 2017

La visita al Peñol de Nochistlán.

Cuando estuve en el Clan de Rovers en los Scouts alguna ocasión acampamos en la Sierra de Nochistlán y mi jefe miraba al horizonte y nos contaba la historia de los implacables lugareños que dieron batalla en la zona contra los españoles haciéndose fuertes en el Peñol de Nochistlán. Muchos años tuve en la mente esas imágenes y recientemente pude visitar lo que la historia indica como el lugar que fue el Peñol de Nochistlán.

Fue en base al artículo a pie de página que lo tomamos como el Peñol de Nochistlán, por lo que el ahora conocido como el Cerro El Tuiche (google maps) lo llamaremos para efecto del relato el Peñol. Una mañana de este enero salimos a Nochistlán con objeto de conocer el punto, además entre los objetivos de ese tipo de excursiones llevamos un detector de metales con el objeto de ver si podíamos encontrar algún vestigio de la batalla que en el lugar se llevó a cabo.


El Peñol se encuentra a poca distancia de la entrada a Nochistlán y se puede llegar al pie de cerro en automóvil pues el cerro esta rodeado de llanuras. Comenzamos a subir en cerro por alguna de sus laderas, zigzagueando con el detector de metales pero no encontramos ningún vestigio en toda la excursión. El cerro aunque pequeño tiene pendiente moderada y mientras ascendíamos los gritos de rapaces se escuchaban en el cielo. Solo identifiqué un aguililla (buteo jamaicensis) y un caracara (polyborus plancus).

La punta del cerro resulta un magnífico punto para observar todos los arrededores ya que domina una gran área de los alrededores, difícil acercarse sin ser vistos, ahí está construida una pequeña capilla, hay  un pequeño altar a la virgen y una rara y un poco macabra representación de la conversión de Saulo.  Unas bancas nos permitieron tomar aliento y escudriñar los alrededores con mapa y zoom.



Ya de bajada del cerro encontramos un conjunto de piedras donde después de curiosear un rato vimos que había muchos petroglifos y algunas cavidades practicadas en la piedra tal vez con objeto de colectar agua. Los petroglifos resultaron el aspecto más interesante de este cerro, algunos por desgracia  se encuentran vandalizados.






La historia cuenta que este fue el lugar dónde Pedro de Alvarado tuvo un infortunado accidente durante la batalla que finalmente terminaría con su vida, el cerro defendido por siete barreras es por sí mismo un punto dificil de conquistar desde abajo. Uno de los aspectos más escalofriantes de la historia es el suicidio colectivo que los locales cometieron antes de dejarse someter, el lado este del cerro tiene un risco que me resulta macabro al punto de pensar en como la gente pudiera arrojarse por él. Como conclusión puedo decir que resulta mucho mejor estudiar un poco la historia de estos sitios antes de visitarlos para comprender la relevancia del sitio.





Sobre la historia del Peñol:
La batalla del Peñol de Nochistlán y la caída de Pedro de Alvarado.
Campos de batalla en México.
En busca de los muertos en campos de batalla.

13 de diciembre de 2016

Excursión fotográfica a San Francisco Ixcatán.


Sigo haciendo pininos en fotografía digital. Este domingo una excursión relámpago me ayudó un poco a adquirir habilidades fotográficas ya que cometí muchos errores. Y es el camino a aprender.

Salí de casa a las 07:30 del domingo 11 de diciembre, a las 8:20 ya estaba en Ixcatán que es un pequeño pueblo del municipio de Zapopan enclavado en la Barranca por la carretera a Saltillo antes de cruzar el Rio Santiago (20.861167° -103.341187°). La desviación a San Francisco Ixcatán que está pavimentada pero con curvas muy cerradas, aun así son cerca de dos kilómetros lo que le separan de la carretera principal. Es muy pequeño y siempre me han gustado estos rumbos de la barranca. Cruzando el pueblo hay un camino empedrado en buen estado para automóviles que va por un costado de la Barranca creo al Rancho La Soledad. Tomé este camino por unos 10 minutos y dejé mi vehículo aproximadamente en (20.879157° -103.349128°) y de ahí preparé lente 300 mm y a moverse despacio.

Una de mis favoritas, la urraca copetona.

Muchos cantos de aves anunciaban que podría tomar algunas buenas fotos, pero la maleza de la zona hacen que la fotografía sea sencilla, mucha maleza evita el enfoque automático y las aves no se están quietas a la fotografía, será cuestión de tiempo tomar habilidad,

Escondida una pareja de escurridizas chachalacas.

Cerca de una pared de piedra veía movimientos de plantas, pensé que andarían unas vacas por ahi. Observando bien vi que el movimiento era en zona muy difícil para las vacas y la espesura de la vegetación no me dejaba ver mucho. Caminé a la pared indirectamente y luego me fui acercando al lugar y ponto un pequeño gupo de Coatis (Nasua Narica) se acercaba al rumbo donde estaba. Aun así fue difícil tomarles fotografía cuando uno finalmente me vio dio la voz de alarma y comenzaron la discreta retirada. Este pequeño encuentro de algunos minutos me parcio el más sobresaliente al encontrarme tan fácilmente con mamíferos de cierto tamaño y tan cerca de la ciudad. Un rato más en la vegetación barranqueña me dio algunas otras fotografías, muchas fallidas y unas pocas suficientes para identificar a la especie pero todavía nada satisfactorio.



Este lugar tiene la peculiaridad de tener unas sensacionales paredes de piedra que no dudo deban de tener algunas rutas para escalada libre, también son un reproductor de eco de alta fidelidad. El paseo por esos rumbos es tranquilo y revela algunos paisajes espectaculares como es usual en la Barranca.

De regreso por Ixcatán pasé a conocer un balneario que estará muy bien en tiempo de calor, pues el agua es fresca y muy cristalina. Se encuentra a la entrada de Ixcatán y además rentan habitaciones.




Especies:

Coati de nariz blanca (Nasua Narica)
Chipe cabecigris ojianillado (Oporonis Agilis)
Perlita griilla (Polioptera caerulea)
Urraca copetona (Caloccita formosa)
Chachalaca pacífica (Ortalis poliocephala)

11 de noviembre de 2016

Paseando por los cerros de Ahuisculco



La vida sedentaria ameritaba volver a caminar (de nuevo), pocas eran las ideas del destino, poca era la condición física pero la motivación existía así que después de algunas indecisiones definí mi destino. La zona de Ahuisculco que pertenece al municipio de Tala, Jalisco. A Ahuisculco ya lo tenía en la mira desde hacía tiempo pues conocía de sus vestigios arqueológicos, y mi atracción por conocer las zonas arqueológicas de nuestra zona fue un aliciente además de la cercanía con Guadalajara.

Salí cerca de las 10:00 de mi casa en automóvil, lo cual es tarde para una caminata ya que no aprovechas el fresco de la mañana. Tomando la salida a Colima, después de un taro de manejar hay un puente que por un lado va a Tlajomulco y por el otro a San Isidro Mazatepec, hay que tomar este destino. La carretera en general es buena y uno llega hasta el pueblo de Ahuisculco sin contratiempos y con automóvil. Al llegar a las calles de Ahuisculco todas empedradas, excepto las que están al rededor de la plaza, notas ese aire de pueblo tranquilo. Unos puentes en el pueblo dejan pasar un arrollo de agua ‘zarca’ que es esa agua blanquecina muy frecuente en estas regiones. Dejé el automóvil en las afueras del pueblo bajo una higuera y continué a pie.



El atuendo ya de rutina consiste en mis botas, pantalón largo, camisa de algodón de manga larga, guantes y sombrero. Las botas siempre me protegen el pie en las travesías aunque esta ocasión sabia que yo era un pie tierno y sería víctima de mis botas. Pantalón largo y grueso ya que nuestra región siempre tiene espinas para los visitantes. La camisa también de manga larga protege el resto de la piel de citadino y los guantes de nitrilo previendo alguna caída por mis torpes pasos. El sombrero de ala ancha no necesita mayor presentación.

Mi idea original era caminar hasta el punto, que estaba en esta guía de caminatas, pero yo no llevaba la ruta en gps, solo el punto final y la confianza en que mis instintos me llevarían a ese lugar. Así tomé la brecha que se alejaba del pueblo y de a poco comenzaba el ascenso a los cerros al oeste del pueblo. Estos cerros que menciono están llenos de lugares diferentes, hay planicies donde pastan las vacas, hay barrancas, bosques de robles y algunos pinos y en general rutas muy interesantes. Andando mi camino a base de instintos el camino que seguía dio vuelta al sur que no era lo que yo estaba esperando que continuara al oeste, a pesar de esto me mantuve en el camino a sabiendas de que me desviaría de mi destino.



La caminata se tornaba interesante para mis ojos geológicos, al ser toda esta zona parte de la zona volcánica de la Primavera y la Caldera del Colli, lo principal es la abundancia de rocas ígneas y lo sobresaliente es la obsidiana. Existen muchos bancos de obsidianas en esta zona, de hecho parte de los vestigios arqueológicos de la zona se deben a talleres de obsidiana ya que hay depósitos de obsidianas de muy buena calidad en ese negro profundo y también en color marrón, no dudo que con mas tiempo de exploración encontrar diferentes tonalidades de este vidrio natural tan ligado con nuestro pasado. Otro hallazgo interesante fueron algunas piedras con depósitos esféricos probablemente alguna clase de burbuja volcánica.



Siguiendo por el camino pense que no me llevaría a mi destino y este se veía ya separado por algunas cañadas, así tenía entonces tres opciones, continuar subiendo e intentar bajar del otro lado, enfilar directo al norte para volver a encontrar mi ruta aunque era pasar por varias cañadas y la tercera volver a la curva que me desvió. Tal vez no la mas inteligente pero opté por tomar la ruta del Norte ya que la vegetación se estaba cerrando conforme subía y complicaría tanto ascenso como descenso. La travesía por las cañadas tuvo sus sorpresas. En el fondo de una cañada encontré un arroyo que corría efímeramente pues en un punto se internaba bajo tierra. También encontré algunos bancos de obsidianas y múltiples lugares para acampar, quizá sea ahí dónde haga mi campamento en solitario uno de estos días.


Después de franquear estas cañadas que fueron tres y muy agotadoras para mi precaria condición física, llegué a lo que pensé sería una vía que me llevaría al camino principal, ahí fue cuando dudé en seguir o llegar al destino marcado en el GPS. La distancia no era mucha pero mis pies ya protestaban por el uso de las botas y sentía la cercana amenaza de ampollas. Uno tiene que ser persistente en buscar sus metas y me decidí a seguir al punto marcado. La caminata ya no fue tan pesada pues el camino ya era suave. Llegué después de un rato el camino corto un arroyo y siguió paralelo hasta mi punto final de llegada.




El arroyo marcado como El Ahuijote en la carta topográfica F13D64 y en las coordenadas 20.553773° -103.735270° es un bonito arroyo de agua zarca que corre por informes de los lugareños, todo el año. Sus alrededores son bonitos también para acampar y hay guayabos a las orillas del arroyo. La caminata valió la pena. Los cerros de Ahuisculco tienen mucho que ofrecer al caminante y seguramente volveré a explorar otros rincones o a acampar.

A destacar: La zona está siendo conservada por los ejidatarios y el proyecto "Selva Negra" del grupo Maná.
Links:

Chris Lloyd investigates Ahuisculco obsidian and sperulites por John Pint
GuadHikes - Ahuisculco to Selva Negra Woods
Proyecto Selva negra

9 de marzo de 2015

Regreso a Arcediano

Nuevamente el tiempo es mi adversario, el camino comienza en donde termina Belisario Domínguez y comienza la barranca. Son las 16:05 horas y mi atuendo no es el del regular caminante de la barranca, es tal vez ya mi arraigada costumbre de salir preparado para la maraña del cerro: Botas, pantalón y camisa de manga larga de algodón y mi sombrero indiana. La mochila lleva cosas que probablemente no necesitaré. Una manga, mi martillo para recoger alguna muestra geológica (soy geólogo nivel infra-amateur), la guía de aves, binoculares, 3 litros de agua, cuaderno de notas, guantes, navaja y el viejo GPS.



La bajada es como siempre, es sencilla y todo mundo baja. Solo yo voy con tranquilidad cuidando las rodillas. 50 minutos me toma llegar al fondo de la barranca, pero ese no es mi destino. Quiero llegar al nuevo puente de Arcediano, ver su reconstrucción,conocer el estado de los caminos y los accesos pues tengo planes de excursión más intensivos de la zona.

Primera impresión el Rio Santiago apesta menos, un poco menos pero sigue siendo una cloaca. Segunda, el fondo de la barranca está muy solo, los corredores y caminadores habituales llegán al fondo y regresan. Camino río abajo ya son pocas las personas. Una flor de cable de acero color ocre marca el punto dónde Arcediano estuvo, paro a la orilla del puente y pienso en las veces que lo crucé y en las múltiples mercancías que cruzaron a lomo de mula y a guía de arriero provenientes de Mascuala.


Paso uno, dos vigilantes y ya adelante se ve el nuevo puente de Arcediano. Se aprecia su juventud, sus líneas son rectas y pulcras y una pareja a medio puente, únicos visitante con los que me cruzo allá abajo. Poco antes de llegar una cascada. Pudiera ser bella pero viene de Guadalajara, el olor lo delata desde decenas de metros, acercándose se ve que sería hermosa si fuera de agua limpia, probablemente eso fue hace más de 100 años. Espesas natas se forman en los remansos, provocando la pena de este caminante.



Llego al puente (20.741240° -103.294832°) y efectivamente, está nuevo como escolar los primeros días de clase, limpio y sus gruesos maderos son jóvenes. Es una tarde de viento y el puente se mueve mientras camino a su punto medio. ¡Un ave grande! y no es un zopilote viene en mi dirección y cruza el puente justo bajo mis pies, quiero identificar sus rasgos para determinar su especie, pero estoy frio en la materia, alguna aguililla. A los pies corre el Rio Santiago, no hay caso sigue sucio y por más plantas potabilizadoras y de tratamiento que se anuncien con bombo y platillo parece que seguirá así.


Al otro lado el camino a Mascuala aparece bloqueado por una cinta de plástico amarillo. Hay otro camino al oeste. Podría seguir pero el tiempo es mi enemigo y hoy solo llego aquí, sigo siendo de condición física menor, esto es parte de mi programa para tomar condición de caminante y llegar al grado (autoimpuesto) de "undaunted burro" en otras palabras: ingrato que camina con el monte con una mochila monstruosa a cuestas y parece disfrutarlo.

Vigilantes al otro lado me informan de las restricciones de paso que pienso que puedo conseguir para luego ir a Mascuala por el camino al este o por la vereda al oeste que me dicen que también sube a Mascuala. Indago sobre otros puntos como Paso de Ibarra y aunque los vigilantes no saben gran cosa a mi me dan algunas pistas para mis próximos pasos. Ya cae la tarde y es hora de regresar. Los vigilantes me dicen de otro camino diferente que sale a las vías. Más empinado pero que me lleva (20.738542° -103.291320°). Mi parte intrépida dice ¡Ea pues! vamos a probar. Efectivamente el camino es muy empinado pero auxiliado con varias escaleras de metal.

El viejo GPS será mi guía para saber como voy ascendiendo. Marca 990 msnm. Si Guadalajara está a 1520msnm ya se la que me espera. Así inicio el ingrato ascenso. No voy a humillarme públicamente diciendo las de Caín que pasé para subir, pero ya lo pueden imaginar, a fin de cuentas subí y subí, el maldito GPS acababa con mis ánimos solo había subido 90 metros, pero conforme subía el GPS me decía "En mi no debes confiar". Subí y subí y el aparatito marcaba 860msnm. Ya solo lo miraba para ver hasta dónde llegaba su descaro. Pasan 4 muchachos camino abajo -van a subir muy tarde-. El camino sube de forma muy directa y pienso que tarde o temprano tendrá que tirar al este para encontrar el otro, ya si salgo en otro punto de la ciudad no es gran calcmidad, lo que importa es subir. Clásico Luis Enrique, encuentra una piedra que le gusta y la subirá media barranca a cuestas.



Finalmente el camino se une a las vías en y lo demás es la clásica subida que todo el que ha bajado a la barranca ha sufrido y si no la imaginación que les diga que es pesada.

Querido blog: Ya escribo para mi, para no olvidarme de que estas son pequeñas victorias que se logran en el camino y que debo buscar estas victorias en mi vida cotidiana.

Querido lector: Te agradezco que me hayas acompañado hasta aquí. Mis pasos son a veces solitarios pero siempre acepto acompañantes aunque son un poco intempestivos mis planes, ya tengo plan para en 15 días.

Álbum completo de fotos

1 de marzo de 2015

Una tarde en el Cerro El Chicharón

26 de febrero. Fui con mi estimado Quercus a una reunión que hizo en su casa por su cumpleaños. Durante un momento estuvimos hablando de caminatas, a dónde fuimos en épocas pasadas y de los lugares que ahora él caminaba. Me lamenté un poco en el sedentarismo en el que había caído y la facilidad con la que había dejado de caminar bajo cualquier pretexto.

29 de febrero, 13:40 Hrs. Me vuelve la inquietud de sacar este cuerpo a caminar la barranca, llegar al puente de Arcediano y un poco más. Conforme pasan los minutos tomo otra decisión, iré mejor a otro lugar, a el Cerro el Chicharrón, dejaré la barranca para otro día mejor. Así que tomo lo que puedo y comienzo a arreglar una mochila básica, mi inventario queda en los siguiente:
  • 2 botes de agua.
  • Una caja de madera para proteger otras cosas
  • Guía de campo de aves
  • Binoculares
  • El viejo GPS lLowrance
  • Mapa topográfico de la zona
  • Silbato
  • Lámpara
  • Libreta de notas.


Es hasta las 16:00 que puedo salir de casa, muy tarde para los viejos estándares pero ahora hay otras circunstancias, el objetivo: la punta del Cerro el Chicharrón antes de que caiga el sol. La salida es rápida y mentalmente no me faltan escusas para quedarme en casa “El sol está tremendo”, “Ya vas muy tarde” pero aún así salgo. El camino es relativamente ágil hasta que en el Camino a Tesistán y cerca de la desviación a Colotlán que sería el camino que yo voy a tomar el tráfico se torna denso e insoportable dibujando un largo tramo en rojo en el mapa en el celular -¡Diáblos! La ciudad no me quiere dejar escapar- ¿Por que ahora hay tanta gente en este camino? Ese embotellamiento me retrasa más, pero al fin de un rato ya avanzo con regularidad y llego a Monticello donde desmonto del caballo de metal ( 20.900781° -103.425713°).

No pienso en el sol, ni que la pendiente está empinada, ni que es tarde, solo que hay un lugar al que quiero llegar y en el que estuve hace mucho tiempo. Mochila al hombro comienzo la marcha, rápido un bosque de robles con sus hojas secar borran la discreción de mis pasos que ya se enfilan colina arriba, esta vez cargado al este, recuerdo que la ocasión anterior lo hice cargado al otro lado y pienso si llegaré al mismo lugar por que ya una cañada me comienza a separar y enfilo hacia unas peñas. Lo pronunciado de la pendiente le dicen a mi sedentario cuerpo que has estado demasiado tiempo en esa silla y mis pulmones que llevan una semana con infección respiratoria empiezan a reclamar más aire. Pienso que la caminata me sirva para purificarlos a mis pulmones y un poco a mi espíritu. Todavía no se pone el sol y ya veo a la luna, está creciente y es más su cara iluminada, antes eso lo sabría antes de salir pero hoy pienso que su cara iluminada me servirá en el regreso.

Mis pasos me llevan cerca de unas peñas y todavía escucho a una animadora de fiesta infantil del pueblo allá abajo y creo que no estoy lejos de terminar de subir y dejar atrás a la animadora, a la civilización y por un breve momento estar sólo el cerro y yo. Finalmente la pendiente se suaviza, camino detrás de una loma y hay un poco de terreno plano, la animadora ya no se escucha, el viento rueda las hojas de los robles, he comenzado a llegar a mi destino y no queda demasiado lejos. No es mucho lo que tengo que caminar para empezar a verlo y pienso que estaba más cerca de lo que recordaba.

He llegado (20.909197° -103.421168°) y con un poco de tiempo de sobra. Así durante un rato batallo con mi garganta para aclararla y terminar con ese molesto ataque de tos. Aprovecho para buscar algo que dejé la última vez que estuve ahí (marzo 2009), pero no lo encuentro aunque ya no tiene importancia.

Finalmente una piedra es mi asiento, un cuervo pasa cerca presumiendo sus clavados en el aire y su escalada por las corrientes termales, me quito los zapatos para sentir la piedra. Allá abajo se ve buen lugar para acampar. Seguro que es tranquilo, el cerro casi ni tiene animales de pastoreo, tal vez algún venado o coyote caminen por aquí pero no vi ni sus excrementos ni huellas en mi ruta.

De a poco a poco el sol cae sobre el horizonte y el aire arrecia, vuela mi sombrero, la luna brilla más, el cielo está claro, no hay nubes que se pinten de naranja y es una buena tarde para estar conmigo mismo. Paso a paso llegué al destino y llegué a tiempo, mil excusas me pudieron detener de no estar ahí en ese momento pero estaba ahí y la tarde tocaba a su fin y Luis Enrique platicaba con Luis Enrique.

Me quedé hasta que Orión ya aparecía en el cielo, traía la lámpara pero opté por que la luna iluminara mi camino, ya lo había hecho así antes y no podía ser distinto. La bajada es siempre más difícil que la subida, pero me dije que no tenía ninguna prisa, que podía andar con pasos pequeños, firmes y volver sobre ellos pero siempre apuntando a tu azimut.

“Cuando no puedas caminar sobre hombros de gigantes, pisa en las piedras”

Poco a poco bajé, el viento nocturno me acompañó, la luna iluminaba mi camino. Es fácil olvidar esos detalles en la jungla de asfalto, pero es bueno volver a ellos. Poco a poco mis pies caminaban como solían hacerlo, con cuidado, buscando suelo firme y con discreción. No siento miedo de caminar así, a veces es más peligroso caminar en la ciudad. Paso a paso bajo y se acaba la pendiente y llego a mi transporte.

Hoy fue un buen día.

El cerro el Chicharrón está cerca de Tesistán por el camino a Colotlán, es un poco difícil subir por su pendiente, pero es muy tranquilo allá arriba. Por la ausencia de basura lo sabes. Son bosques de roble y con las primeras lluvias se torna verde. Detrás de sus lomas se apaga el sonido de la ciudad y solo queda el del viento. Es un buen lugar para un campamento. Google maps.