11 de noviembre de 2016
Paseando por los cerros de Ahuisculco
La vida sedentaria ameritaba volver a caminar (de nuevo), pocas eran las ideas del destino, poca era la condición física pero la motivación existía así que después de algunas indecisiones definí mi destino. La zona de Ahuisculco que pertenece al municipio de Tala, Jalisco. A Ahuisculco ya lo tenía en la mira desde hacía tiempo pues conocía de sus vestigios arqueológicos, y mi atracción por conocer las zonas arqueológicas de nuestra zona fue un aliciente además de la cercanía con Guadalajara.
Salí cerca de las 10:00 de mi casa en automóvil, lo cual es tarde para una caminata ya que no aprovechas el fresco de la mañana. Tomando la salida a Colima, después de un taro de manejar hay un puente que por un lado va a Tlajomulco y por el otro a San Isidro Mazatepec, hay que tomar este destino. La carretera en general es buena y uno llega hasta el pueblo de Ahuisculco sin contratiempos y con automóvil. Al llegar a las calles de Ahuisculco todas empedradas, excepto las que están al rededor de la plaza, notas ese aire de pueblo tranquilo. Unos puentes en el pueblo dejan pasar un arrollo de agua ‘zarca’ que es esa agua blanquecina muy frecuente en estas regiones. Dejé el automóvil en las afueras del pueblo bajo una higuera y continué a pie.
El atuendo ya de rutina consiste en mis botas, pantalón largo, camisa de algodón de manga larga, guantes y sombrero. Las botas siempre me protegen el pie en las travesías aunque esta ocasión sabia que yo era un pie tierno y sería víctima de mis botas. Pantalón largo y grueso ya que nuestra región siempre tiene espinas para los visitantes. La camisa también de manga larga protege el resto de la piel de citadino y los guantes de nitrilo previendo alguna caída por mis torpes pasos. El sombrero de ala ancha no necesita mayor presentación.
Mi idea original era caminar hasta el punto, que estaba en esta guía de caminatas, pero yo no llevaba la ruta en gps, solo el punto final y la confianza en que mis instintos me llevarían a ese lugar. Así tomé la brecha que se alejaba del pueblo y de a poco comenzaba el ascenso a los cerros al oeste del pueblo. Estos cerros que menciono están llenos de lugares diferentes, hay planicies donde pastan las vacas, hay barrancas, bosques de robles y algunos pinos y en general rutas muy interesantes. Andando mi camino a base de instintos el camino que seguía dio vuelta al sur que no era lo que yo estaba esperando que continuara al oeste, a pesar de esto me mantuve en el camino a sabiendas de que me desviaría de mi destino.
La caminata se tornaba interesante para mis ojos geológicos, al ser toda esta zona parte de la zona volcánica de la Primavera y la Caldera del Colli, lo principal es la abundancia de rocas ígneas y lo sobresaliente es la obsidiana. Existen muchos bancos de obsidianas en esta zona, de hecho parte de los vestigios arqueológicos de la zona se deben a talleres de obsidiana ya que hay depósitos de obsidianas de muy buena calidad en ese negro profundo y también en color marrón, no dudo que con mas tiempo de exploración encontrar diferentes tonalidades de este vidrio natural tan ligado con nuestro pasado. Otro hallazgo interesante fueron algunas piedras con depósitos esféricos probablemente alguna clase de burbuja volcánica.
Siguiendo por el camino pense que no me llevaría a mi destino y este se veía ya separado por algunas cañadas, así tenía entonces tres opciones, continuar subiendo e intentar bajar del otro lado, enfilar directo al norte para volver a encontrar mi ruta aunque era pasar por varias cañadas y la tercera volver a la curva que me desvió. Tal vez no la mas inteligente pero opté por tomar la ruta del Norte ya que la vegetación se estaba cerrando conforme subía y complicaría tanto ascenso como descenso. La travesía por las cañadas tuvo sus sorpresas. En el fondo de una cañada encontré un arroyo que corría efímeramente pues en un punto se internaba bajo tierra. También encontré algunos bancos de obsidianas y múltiples lugares para acampar, quizá sea ahí dónde haga mi campamento en solitario uno de estos días.
Después de franquear estas cañadas que fueron tres y muy agotadoras para mi precaria condición física, llegué a lo que pensé sería una vía que me llevaría al camino principal, ahí fue cuando dudé en seguir o llegar al destino marcado en el GPS. La distancia no era mucha pero mis pies ya protestaban por el uso de las botas y sentía la cercana amenaza de ampollas. Uno tiene que ser persistente en buscar sus metas y me decidí a seguir al punto marcado. La caminata ya no fue tan pesada pues el camino ya era suave. Llegué después de un rato el camino corto un arroyo y siguió paralelo hasta mi punto final de llegada.
El arroyo marcado como El Ahuijote en la carta topográfica F13D64 y en las coordenadas 20.553773° -103.735270° es un bonito arroyo de agua zarca que corre por informes de los lugareños, todo el año. Sus alrededores son bonitos también para acampar y hay guayabos a las orillas del arroyo. La caminata valió la pena. Los cerros de Ahuisculco tienen mucho que ofrecer al caminante y seguramente volveré a explorar otros rincones o a acampar.
A destacar: La zona está siendo conservada por los ejidatarios y el proyecto "Selva Negra" del grupo Maná.
Links:
Chris Lloyd investigates Ahuisculco obsidian and sperulites por John Pint
GuadHikes - Ahuisculco to Selva Negra Woods
Proyecto Selva negra
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1 comentario:
Agradable relato Luis, espero caminar por esos rumbos mas adelante. Ah! y que bueno saber que te escapaste a caminar...
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